Y era un día
común y corriente en mi mundo con mi familia, un día que mi papa tenía libre así
que era día de ir a la playa yo no tenia ganas de nada voluntariamente, pero
feliz por ir aunque con no muchas ganas de bañarme, espere y por fin salimos
casi los de siempre; mis padres y sus hijos, ósea nosotros, solo tres ya que el
mayor estaba en Arequipa, y mis sobrinos, hijos de mis hermanos presentes, todo
bien, tranquilo, fotos, y la playa casi vacía lo que es súper un 26 de
diciembre, yo solo me metí un momentito, ya no es lo mismo, llego “rojo” el
tercero, el anterior a mí que soy el ultimo y el que más se parece a mí, menos
en carácter, bueno él llego en la cuatrimoto con su hijo único, nada, me la
preste de mono para ir a dar una vuelta hasta el final de la playa y bueno, subí
con mi sobrinito que me dio tres indicaciones que a las justas escuche.
Adrenalinico
ya a media playa alejado y probablemente debido a toda el recato que me
caracteriza, me quede varano por evitar un grupo de chicos jugando futbol y evitar
pasar sobre arena seca, lamentablemente ahí quede y buen rato hasta que supongo
me vieron a la distancia y vino mi hermano como a los 10 minutos a ayudarme, me
la encendió , yo quede como idiota de la simplicidad de la solución ya que para
variar hasta un tío que había ahí me estaba ayudando, y la tan simple solución
era volver a encenderla.
Alucinado
seguí mi camino con mis lentes de sol, mi cabello alborotado con el viento y
con más cuidado, mas pegado a la arena húmeda para no volver a hacer apagar el
motor. llegue al final, justo donde quería, el límite de la playa, donde ya no
se encuentra nada de gente y donde ya, poco a poco, empecé a ver aves en la
orilla cangrejitos escondiéndose y lagartos y lagartijas había llegado a las
peñas finales de la playa, donde el mar casi toca el acantilado, la gloria, y al
querer voltear rodeando una peña plana como era una área bastante reducida y no
tenía mucho espacio, baje y trate de darle la vuelta jalando la cuatrimoto y el
mar justo sale con fuerza y me agarra y plop termine con el aparato cubierto
hasta la mitad, estaba jodido, no prendió pero ahora si de a deberás no prendió
y estaba solo, al final de la playa, lejos, lejísimos mi hermano, que como a los
20 minutos lo veo llegar caminando y justo cuando el llega vino otra vez el mar
y me volvió a mojar la cautrimoto, tamare, él trató de prenderla pero no pudo,
y ahora si me dijo “tenemos que empujarla”, no había de otra asi que empezamos
pero como a 10 metros yo ya estaba sudando, no es nada fácil empujar una
cuatrimoto pes muerto en la arena, felizmente a la vista se veía a dos personas
venir; mi hermana con su esposo, mi cuñado trató de ayudarnos a empujar y a los
20 metros ya me tuve que sentar en la arena y no pude, no comprendo, quedamos
en subirlo por la bajada más cercana del acantilado y bueno, mi hermana fue con
el fin de decir a los demás que nos alistemos para irnos y esperaran en esa
entrada que estaba lejísimos, y de ahí nomas subir, quedamos los tres empujando
como 50 metros mas y estábamos agotados, mi cuñado recordó que mi hermano mayor
estaba en Arequipa y había dejado la camioneta guardada en el garage de mi
abuela así que fueron a buscarla y me dejaron en medio de la playa con nada de
gente con un sol increíble y solamente protegido por el polo y mis gafas de
sol, yo sentado esperando en la arena, mirando el cielo tratando de taparme la
cara, mirando maravillado la dinámica natural de los animales que viven en la
arena; cangrejos albinos, lagartijas tímidas y alejadas y aves con pico largo
que meten en la arena para comer hasta que el agua llega y salen corriendo de ahí,
como amo este mar, pensaba en mi infancia en las innumerables mañanas y tardes
que pase en el mar jugando correteando, cuando yo también era natural, que increíble
que era todo, cuanto me gustaría volver y volver a vivir en ese mar, sin
embargo el tiempo casa, las cosas cambian y en vez de acercarme cada vez es más
imposible que se cumpla esa idea.