“Hoy en mi ventana brilla el sol, y el corazón, se pone triste contemplando la ciudad, por qué te vas”
La infancia, es mágica, es toda una vida en el camino de la vida, en un tiempo de faldas de tablas a cuadros, de calcetines hasta las rodillas, de juegos en el jardín, de carmín en los labios y del juego de la realidad en pequeño.
Cría cuervos es probablemente, la más mítica película de Carlos Saura. El Madrid de los años setenta, una familia de militares, de buena posición, en un ambiente opresivo, diálogos hirientes que se vuelven grotescos en la voz de unas niñas y la infancia de la pequeña Ana testigo de la muerte de sus padres,.
Además de los recuerdos y la familia, en Cría Cuervos, está como tema importante la infancia, desmintiendo el tópico del “paraíso infantil” o la “inocencia y bondad natural del niño”. Es una etapa negra, llena de temores y miedos, y que pude llegar a ser muy cruel para un niño según las circunstancias que este tenga que vivir.
Demasiado pronto para descubrir que la verdadera realidad de la vida es la muerte. Un tiempo en que la muerte es sinónimo de abandono Porque te vas, embriagadora, inolvidable, cantada por Jeanette nunca encuentra respuesta,
“Bajo la penumbra de un farol, se dormirán, todas las cosas que quedaron por decir, se dormirán…”
Así fue la infancia de Ana una infancia triste. Y en esa mezcla perversa de infancia y muerte Ana creará un vínculo con ella. Ya no será una amenaza, más bien al contrario. Pasará de enemiga que le arrebata a su madre a aliada para eliminar de su mundo cualquier elemento que perturbe esa realidad propia creada de recuerdos y deseos.
"Que se muera. Que se muera. Quiero que se muera."
La falta de libertad lleva a un terrible esclavismo invisible y es al final donde nos damos cuenta de que lo único importante es la herencia afectiva, es por ello que se busca por todos los rincones de la mente, aunque sean escasas y difusas a esas personas y situaciones que nos las proporcionaron.
Es así como Ana se pierde en el tiempo y Cría Cuervos toma ese tinte mágico y amargo, de la ternura al estremecimiento, cría cuervos y te sacarán los Ojos dice el refrán.
La infancia, es mágica, es toda una vida en el camino de la vida, en un tiempo de faldas de tablas a cuadros, de calcetines hasta las rodillas, de juegos en el jardín, de carmín en los labios y del juego de la realidad en pequeño.
Cría cuervos es probablemente, la más mítica película de Carlos Saura. El Madrid de los años setenta, una familia de militares, de buena posición, en un ambiente opresivo, diálogos hirientes que se vuelven grotescos en la voz de unas niñas y la infancia de la pequeña Ana testigo de la muerte de sus padres,.
Además de los recuerdos y la familia, en Cría Cuervos, está como tema importante la infancia, desmintiendo el tópico del “paraíso infantil” o la “inocencia y bondad natural del niño”. Es una etapa negra, llena de temores y miedos, y que pude llegar a ser muy cruel para un niño según las circunstancias que este tenga que vivir.
Demasiado pronto para descubrir que la verdadera realidad de la vida es la muerte. Un tiempo en que la muerte es sinónimo de abandono Porque te vas, embriagadora, inolvidable, cantada por Jeanette nunca encuentra respuesta,
“Bajo la penumbra de un farol, se dormirán, todas las cosas que quedaron por decir, se dormirán…”
Así fue la infancia de Ana una infancia triste. Y en esa mezcla perversa de infancia y muerte Ana creará un vínculo con ella. Ya no será una amenaza, más bien al contrario. Pasará de enemiga que le arrebata a su madre a aliada para eliminar de su mundo cualquier elemento que perturbe esa realidad propia creada de recuerdos y deseos.
"Que se muera. Que se muera. Quiero que se muera."
La falta de libertad lleva a un terrible esclavismo invisible y es al final donde nos damos cuenta de que lo único importante es la herencia afectiva, es por ello que se busca por todos los rincones de la mente, aunque sean escasas y difusas a esas personas y situaciones que nos las proporcionaron.
Es así como Ana se pierde en el tiempo y Cría Cuervos toma ese tinte mágico y amargo, de la ternura al estremecimiento, cría cuervos y te sacarán los Ojos dice el refrán.
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