Peruano, la pregunta sigue vigente hasta el día de hoy: ¿En qué momento se jodió el Perú?
Hace décadas que buscamos la respuesta y siempre terminamos echándole la culpa a quienes nos han gobernado, es mas fácil decir que nuestro Perú se hundió por la reforma agraria de Velasco, por que el arquitecto no le dio importancia al terrorismo, por culpa del primer gobierno de Alan y su tren cargado de inflación e inoperancia económica, por culpa del autogolpe, los vladivideos y la corrupción en el gobierno Fujimori, por culpa de los whiskies y la hora cabana, por culpa de la mayoría de la clase política que gobernó y gobierna el Perú y que sigue viviendo en el escándalo y en la corrupción. Pero por más que queramos deslindar nuestra responsabilidad por la crisis social que asfixia al Perú, compartimos demasiados hábitos que nos hacen parecidos a quienes culpamos y criticamos, porque aun creemos que la criollada se tiene que celebrar como si fuera parte del orgullo nacional.
Somos vivos, y por eso compramos facturas para pagar menos impuestos, ganamos los trabajos no por nuestro esfuerzo o talento, sino gracias a una pequeña “coimision”, nos colamos en la fila para que nos atiendan primero, aceleramos en ámbar y nos pasamos la luz roja, porque así llegamos más rápido, somos tan vivos que si no encontramos estacionamiento, nos ponemos en el espacio azul reservado para las personas con discapacidad, robamos la señal de cable, robamos electricidad y no nos consideramos ladrones, reclamamos que haya justicia y se acabe la corrupción, pero le pagamos 5 soles a un policía para que no nos ponga papeleta, o al juez para que abogue por nuestra causa, jamás le damos el pase a un transe hunde en el cruce peatonal por que en el Perú, si no eres vivo no eres nadie.
Pero si somos tan vivos por que le tocamos bocina al semáforo en rojo, como si este fuera a escuchar nuestra ansiedad, porque tiramos la basura en la calle, como si la cuidad perteneciera a cualquiera menos a nosotros, porque no quedamos callados y no protestamos cuando el chofer de la combi no deja de cometer imprudencias, porque estamos tan interesados en saber que vedette trampea con que jugador, en vez de conocer algo sobre nuestra historia, nuestra economía, nuestra literatura o al menos saber cuáles son nuestros derechos más elementales. Porque sentimos que se nos hace un favor cuando un empleado del estado nos atiende, por que dejamos que un paneton sea el mejor argumento de un político para llevarse nuestro voto, por que cuando alguien hace algo bien decimos que parece hecho en el extranjero, como si eso fuese más meritorio, porque no nos sentimos orgulloso de nuestra diversidad cultural y porque si somos tan vivos seguimos alimentando este círculo vicioso que no nos deja avanzar como sociedad y nación.
Es cierto que nuestros niveles educativos dan pena, y si queremos llegar a ser un país con posibilidades de desarrollo se tiene que invertir en escuelas y capacitar a los maestros, pero de que nos servirá una buena educación fuera de casa, cuando dentro educamos a nuestros hijos dándoles el peor ejemplo.
Es cierto que se necesitan medidas urgentes para frenar la ola de delincuencia y violencia que azota al país. Pero de que nos servirá pacificar las calles cuando en nuestro hogares la violencia física y psicológica parece haberse institucionalizado, es cierto que se necesita una verdadera reforma judicial para que en el Perú se pueda hablar de justicia, pero de que servirá lograrlo cuando la mayoría de nosotros sigue avalando la ley del más fuerte, del más rico, del más vivo.
Es cierto que para reducir los conflictos sociales se requiere del dialogo, pero de que nos servirá ese dialogo si seguimos pensando que dialogar es imponer nuestras ideas y no escuchar al que piensa diferente a nosotros. Es cierto que necesitamos mejores leyes de inclusión social y muchísimos más proyectos de integración. Pero de que nos servirán estas leyes y proyectos si hasta el día de hoy la publicidad peruana define nuestros estratos socioeconómicos por el color de la piel y a nadie le parece raro, si hasta el día de hoy seguimos avergonzándonos de nuestras diferencias o sintiéndonos superiores por estas mismas diferencias.
Es cierto es mucho más fácil de echarles la culpa de absolutamente todo a nuestros gobernantes. Pero la realidad es que el Perú se hunde en exacta proporción a esa viveza que alimentamos todos día tras día. Si, somos nosotros la materia prima con la que se hace este país, y si no corregimos nuestros hábitos, si nuestra materia prima sigue adulterada, cualquier producto que hagamos también saldrá adulterado, y por mas logros que obtengamos en nuestra económica, en los deportes, en las artes, en nuestra cocina, por mas orgullosos que nos sintamos de nuestros representantes, de nuestra historia, de nuestras maravillas, o de nuestra creatividad, si no cambiamos estos hábitos seguiremos preguntándonos ¿En qué momento se jodio el Perú?
Yo ya estoy arto de esa pregunta, estoy arto de ver como un país con tantas posibilidades y oportunidades, con tantas riquezas naturales y con tanta historia, tenga que seguir viviendo en el subdesarrollo solo porque no nos creemos capaces de vivir de otra manera, estoy arto de que las desgracias de nuestros vecinos sean nuestro mejor consuelo, arto de que el “sí se puede” sea solo sea una frasecita hecha para un partido de futbol y que no podamos aplicarla en nuestras vidas, aunque te cuesta creerlo si podemos, claro que podemos, pero depende de que tu y yo comencemos a trabajar en ello de una vez por todas, porque la transformación del país hacia una nación desarrollada ya no está solo en cancha de los políticos o de los poderosos y no está en los terrenos de los milagros, la transformación del Perú está en la capacidad que tengamos de hacernos responsables de nuestros actos y de revelarlos contra nuestra viveza, la transformación del Perú está en ti y está en mi, está en todas nuestras organizaciones, y en la posibilidad de trabajar juntos con verdadera responsabilidad social.
Qué pasaría si cambiamos la pregunta, si por ejemplo ahora te pregunto ¿En qué momento se arreglo el Perú? Que me dirías, aunque te parezca una pregunta demasiado ingenua, tenemos que creer en ella, y la respuesta está en nuestras manos, responsabilidad social todos.
Hace décadas que buscamos la respuesta y siempre terminamos echándole la culpa a quienes nos han gobernado, es mas fácil decir que nuestro Perú se hundió por la reforma agraria de Velasco, por que el arquitecto no le dio importancia al terrorismo, por culpa del primer gobierno de Alan y su tren cargado de inflación e inoperancia económica, por culpa del autogolpe, los vladivideos y la corrupción en el gobierno Fujimori, por culpa de los whiskies y la hora cabana, por culpa de la mayoría de la clase política que gobernó y gobierna el Perú y que sigue viviendo en el escándalo y en la corrupción. Pero por más que queramos deslindar nuestra responsabilidad por la crisis social que asfixia al Perú, compartimos demasiados hábitos que nos hacen parecidos a quienes culpamos y criticamos, porque aun creemos que la criollada se tiene que celebrar como si fuera parte del orgullo nacional.
Somos vivos, y por eso compramos facturas para pagar menos impuestos, ganamos los trabajos no por nuestro esfuerzo o talento, sino gracias a una pequeña “coimision”, nos colamos en la fila para que nos atiendan primero, aceleramos en ámbar y nos pasamos la luz roja, porque así llegamos más rápido, somos tan vivos que si no encontramos estacionamiento, nos ponemos en el espacio azul reservado para las personas con discapacidad, robamos la señal de cable, robamos electricidad y no nos consideramos ladrones, reclamamos que haya justicia y se acabe la corrupción, pero le pagamos 5 soles a un policía para que no nos ponga papeleta, o al juez para que abogue por nuestra causa, jamás le damos el pase a un transe hunde en el cruce peatonal por que en el Perú, si no eres vivo no eres nadie.
Pero si somos tan vivos por que le tocamos bocina al semáforo en rojo, como si este fuera a escuchar nuestra ansiedad, porque tiramos la basura en la calle, como si la cuidad perteneciera a cualquiera menos a nosotros, porque no quedamos callados y no protestamos cuando el chofer de la combi no deja de cometer imprudencias, porque estamos tan interesados en saber que vedette trampea con que jugador, en vez de conocer algo sobre nuestra historia, nuestra economía, nuestra literatura o al menos saber cuáles son nuestros derechos más elementales. Porque sentimos que se nos hace un favor cuando un empleado del estado nos atiende, por que dejamos que un paneton sea el mejor argumento de un político para llevarse nuestro voto, por que cuando alguien hace algo bien decimos que parece hecho en el extranjero, como si eso fuese más meritorio, porque no nos sentimos orgulloso de nuestra diversidad cultural y porque si somos tan vivos seguimos alimentando este círculo vicioso que no nos deja avanzar como sociedad y nación.
Es cierto que nuestros niveles educativos dan pena, y si queremos llegar a ser un país con posibilidades de desarrollo se tiene que invertir en escuelas y capacitar a los maestros, pero de que nos servirá una buena educación fuera de casa, cuando dentro educamos a nuestros hijos dándoles el peor ejemplo.
Es cierto que se necesitan medidas urgentes para frenar la ola de delincuencia y violencia que azota al país. Pero de que nos servirá pacificar las calles cuando en nuestro hogares la violencia física y psicológica parece haberse institucionalizado, es cierto que se necesita una verdadera reforma judicial para que en el Perú se pueda hablar de justicia, pero de que servirá lograrlo cuando la mayoría de nosotros sigue avalando la ley del más fuerte, del más rico, del más vivo.
Es cierto que para reducir los conflictos sociales se requiere del dialogo, pero de que nos servirá ese dialogo si seguimos pensando que dialogar es imponer nuestras ideas y no escuchar al que piensa diferente a nosotros. Es cierto que necesitamos mejores leyes de inclusión social y muchísimos más proyectos de integración. Pero de que nos servirán estas leyes y proyectos si hasta el día de hoy la publicidad peruana define nuestros estratos socioeconómicos por el color de la piel y a nadie le parece raro, si hasta el día de hoy seguimos avergonzándonos de nuestras diferencias o sintiéndonos superiores por estas mismas diferencias.
Es cierto es mucho más fácil de echarles la culpa de absolutamente todo a nuestros gobernantes. Pero la realidad es que el Perú se hunde en exacta proporción a esa viveza que alimentamos todos día tras día. Si, somos nosotros la materia prima con la que se hace este país, y si no corregimos nuestros hábitos, si nuestra materia prima sigue adulterada, cualquier producto que hagamos también saldrá adulterado, y por mas logros que obtengamos en nuestra económica, en los deportes, en las artes, en nuestra cocina, por mas orgullosos que nos sintamos de nuestros representantes, de nuestra historia, de nuestras maravillas, o de nuestra creatividad, si no cambiamos estos hábitos seguiremos preguntándonos ¿En qué momento se jodio el Perú?
Yo ya estoy arto de esa pregunta, estoy arto de ver como un país con tantas posibilidades y oportunidades, con tantas riquezas naturales y con tanta historia, tenga que seguir viviendo en el subdesarrollo solo porque no nos creemos capaces de vivir de otra manera, estoy arto de que las desgracias de nuestros vecinos sean nuestro mejor consuelo, arto de que el “sí se puede” sea solo sea una frasecita hecha para un partido de futbol y que no podamos aplicarla en nuestras vidas, aunque te cuesta creerlo si podemos, claro que podemos, pero depende de que tu y yo comencemos a trabajar en ello de una vez por todas, porque la transformación del país hacia una nación desarrollada ya no está solo en cancha de los políticos o de los poderosos y no está en los terrenos de los milagros, la transformación del Perú está en la capacidad que tengamos de hacernos responsables de nuestros actos y de revelarlos contra nuestra viveza, la transformación del Perú está en ti y está en mi, está en todas nuestras organizaciones, y en la posibilidad de trabajar juntos con verdadera responsabilidad social.
Qué pasaría si cambiamos la pregunta, si por ejemplo ahora te pregunto ¿En qué momento se arreglo el Perú? Que me dirías, aunque te parezca una pregunta demasiado ingenua, tenemos que creer en ella, y la respuesta está en nuestras manos, responsabilidad social todos.
El cambio no esta en ningún lado mas que en ti mismo, tú generas el cambio, tú sí puedes. El Perú solo debería tener una camiseta, y todos deberíamos usarla...
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