Ridículo amor

Luego de la tonta y ajena discusión de enamorados en plan de confidencia me conto: “yo aparentaba estar furiosa porque es lo que me tocaba, pero por dentro rogaba Dios mío, que me ruegue, que me ruegue pronto”. Él rogó, felices los dos. ¿Donde quedaron los amores llenos de orgullo y silencio?, creo que se quedaron comigo, se juega uno el destino entre el triste silencio o la ridícula expresion.
RIMA XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima,
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?
 Gustavo Adolfo Bécquer, Sevilla, 1836 – Madrid, 1870

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